Desde el año 1974 se celebra cada 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente, declarado por la ONU (Organización de Naciones Unidas) para conmemorar la fecha en la que dio comienzo la Conferencia de Estocolmo en 1972.
Eventos como los grandes incendios de Australia, California y Brasil, la invasión de langostas en el Cuerno de África y la COVID-19 demuestran la estrecha relación entre el ser humano y los ecosistemas en los que vivimos, haciendo que el tema de este año 2020 para el Día Mundial del Medio Ambiente sea la biodiversidad. Sin conexiones y variedad de especies, cualquier sistema se empobrece y decae. La aparición de la COVID-19 ha puesto en evidencia que cuando destruimos la biodiversidad destruimos el sistema que sustenta la vida humana. La naturaleza nos está enviando un mensaje.
La vida silvestre ha disminuido en un 60% en los últimos 50 años. Durante el mismo periodo, las enfermedades que se propagan de animales a seres humanos se han cuadruplicado.
Estamos perdiendo biodiversidad a un ritmo sin precedentes y está claro que afecta a nuestro bienestar y al de las futuras generaciones. Por eso nuestras acciones de hoy pueden ayudar a preservar la biodiversidad y garantizar un futuro.
Este día inspira a un cambio positivo, y se basa en el precepto de que un cambio global requiere de una comunidad global: personas, comunidades, empresas, administraciones, ongs…todas las organizaciones están implicadas en el sistema y somos grandes motores de cambio. Conocer el impacto ambiental de nuestra organización y trabajar para su rebajarlo puede ser un beneficio no sólo para sí misma, sino también para su entorno. A continuación explicamos en unos sencillos pasos cómo conocer esta huella ambiental para poder tomar las medidas necesarias:
1. Conocer tu entidad y su impacto
Podemos realizar un diagnóstico ambiental de nuestra organización. Se trata de analizar los diferentes aspectos que generan un impacto ambiental para luego clasificarlos de menor a mayor gravedad e implantar acciones a realizar para mitigar o compensar aquellas sobre las que tengamos mayor incidencia.
Para ello lo primero, y muy importante, es conocer todos los procesos de los que se compone nuestra actividad. Podemos realizar un diagrama de flujo, flujograma o bien un análisis de la realidad para desglosar nuestros procesos. A continuación debemos analizar los aspectos de impacto ambiental que tienen nuestras actividades, como por ejemplo el consumo energético, el gasto de agua, nuestra huella de carbono, la movilidad o la gestión de residuos.
2. Identificar las acciones sobre las que tomaremos medidas
Una vez analizada toda la organización y sus impactos ambientales derivados, debemos analizar sobre cuáles tomaremos medidas para minimizar su impacto. Implantaremos acciones de mitigación, reducción o compensación en función del impacto y la frecuencia de uso de cada actividad.
Un ejemplo práctico es el consumo energético, ya que es una actividad que realizamos de manera rutinaria, que tiene un alto impacto ambiental, pero de la cual no podemos descartar su uso. Una medida a tomar para disminuir su impacto, además de implantar luces leds, podría ser contratar a una empresa comercializadora que certificara que la energía que recibimos y consumimos proviene de fuentes renovables.
3. Analizar los resultados y mejorar
Una vez hemos identificado qué acciones vamos a tomar para disminuir nuestro impacto ambiental, debemos establecer un sistema de evaluación y medición. Para ello a cada acción a desarrollar le asignaremos indicadores que nos ayuden a realizar un control del estado de nuestro sistema y la evolución de nuestras acciones. Es muy importante que estos indicadores sean más cuantitativos que cualitativos, ya que nos permitirá medirlos y clasificar sus resultados de una manera mucho más sencilla y sistematizada.
4. Implicar y comunicar a toda la organización
Para desarrollar una buena gestión ambiental es imprescindible imlicar a todas las personas sobre las que tenga influencia nuestra organización. Para ello será necesario realizar acciones de sensibilización ambiental y buenas prácticas, así como implantar un buen plan de comunicación para conocer el avance de la organización y su implicación en la reducción de su huella ambiental. Esta comunicación debe ser fluida y constante, no basta solo con publicar un informe anual, sino que debe estar integrada en toda la organización y llegar a todos los grupos de interés.
5. Ir un paso más allá
Siempre es posible dar un pequeño paso más en la gestión ambiental de nuestra organización. Implantar todas estas medidas y análisis en un plan de sostenibilidad no es más que una muestra de nuestro compromiso más allá, recogiendo todos los impactos y las acciones a realizar para disminuir nuestro impacto ambiental.
También podemos seguir avanzando gracias a la implantación de sistemas de calidad de estándar internacional, como la normativa ISO, o a través del Reglamento EMAS de la Unión Europea. Estos estándares de calidad nos certifican como entidad comprometida con la protección del medio ambiente y la prevención de la contaminación.
¿Te parece interesante? ¿Quieres que te ayudemos en todo este proceso? Es el momento de pasar a la acción y enfocar tus actividades hacia un futuro más sostenible. Como mencionamos al principio del artículo, sin conexiones y variedad, cualquier sistema se empobrece y decae; por eso es el momento de crear alianzas y construir entre todas las organizaciones un lugar mejor al que volver con esta «nueva normalidad». Escríbenos para saber más y podremos ayudarte a hacer de tu proyecto sostenible un proyecto de futuro.
¡Feliz día mundial del Medio Ambiente!